La importancia de reducir el tamaño de nuestras joyas corporales.
En cada nuevo piercing, empezaremos utilizando una barra más larga, ya que, como cualquier herida, nuestra piel tendrá una reacción inflamatoria. Para facilitar el proceso de asimilación de la joya en nuestro cuerpo y favorecer la cicatrización, la idea es disponer de espacio suficiente para que este proceso no llegue a un límite. Algunas zonas pueden inflamarse bastante, casi inmediatamente, pero esta inflamación puede disminuir con bastante rapidez en los días siguientes. Por otro lado, algunas zonas pueden no parecer inflamadas inicialmente, pero al cabo de un par de días o semanas, pueden experimentar una inflamación local que dure más de lo esperado.
En algunos casos, el perforador puede elegir una pieza o barra corta/pequeña, ajustando bien la joya, para que la persona no experimente una inflamación excesiva, y no habría necesidad de un nuevo cambio. Sin embargo, esto conlleva un alto riesgo, ya que si el piercing se inflama más de lo esperado o si la persona se golpea o tira accidentalmente de la zona, podría empezar a constreñir el piercing y, en casos más extremos, incluso incrustarse en la piel. Por el contrario, si se elige una pieza inicial excesivamente larga o grande, es poco probable que la inflamación llegue a un límite, pero puede engancharse o engancharse con nuestra ropa, pelo, ropa de cama, etc.
Después de las primeras semanas de inflamación (al menos de 6 a 8 semanas), este cambio de tamaño se vuelve crucial. En primer lugar, debemos entender que no siempre será cuando pensemos o sintamos que el piercing está "bien". Aquí es donde entra en juego la experiencia del profesional, ya que no todas las zonas se inflaman de la misma manera; cada cuerpo puede cicatrizar de forma diferente, y esto puede depender de diversos factores, como nuestro propio cuerpo, color de piel, dieta, patologías o enfermedades, e incluso la altitud, latitud o clima donde vivamos. Por eso es tan importante realizar revisiones de seguimiento tras un piercing. Al hacerlo, podemos evaluar cómo progresa la cicatrización y, si hay algún problema, podemos tomar las medidas oportunas, como cambiar el tamaño o esperar un par de semanas más.
Al cambiar el tamaño de la barra en el momento adecuado, evitamos tirones o golpes accidentales en la zona, pero sobre todo, evitamos que nuestra joya se mueva, lo que con el tiempo puede generar un "efecto palanca" al presionar involuntariamente el piercing mientras dormimos. Si esto ocurre durante semanas, días o incluso sólo unas horas, puede provocar la migración de la joya o un cambio en el ángulo de nuestro piercing, donde nuestra piel prácticamente desplaza la joya hacia la zona donde se ejerce la presión e incluso podría llegar a despegarla completamente de nuestra piel. Una vez iniciada la migración, lo más sensato es retirar la joya, esperar un par de semanas/meses y volver a perforar.
Si el piercing está cicatrizando según lo esperado y nuestro perforador recomienda reducirlo en el momento adecuado (que varía en función de la zona), aumentamos nuestras posibilidades de una cicatrización satisfactoria y sin problemas.